Llevo tiempo temiendo este momento, pero definitivamente hoy me he dado cuenta de que me he convertido en un esclavo tecnológico. No soy el único. Gente a merced de las máquinas. Los mensajes que reclaman nuestra atención con mensajes sin leer, feeds sin revisar, updates sin aplicar, son superiores a nuestras fuerzas. Es muy difícil resistir la tentación de pinchar a ver qué novedades me aguardan tras estos 35 mensajes nuevos en Google Reader.
O qué me decís de 3 mensajes nuevos en la cuenta de correo (Gmail en mi caso).
Y las actualizaciones de seguridad no las podemos dejar de lado. Hay que instalar, rápido, sin perder tiempo, no vaya a ser que cualquier script-kiddie nos piratee la máquina en menos que se cuelga un windows.
Y ahora que Twitter está en pleno apogeo, no vamos a dejar de leer esos 53 nuevos tweets, ¿no? Al menos a repasarlos por encima, antes de que se nos acumulen…
Y mientras escribo estas líneas se acaba de iluminar un 1 en rojo, indicando que tengo un plugin sin actualizar. ¿No volverá el mismo «juaker» de antes a probar suerte contra mi servidor, casualmente contra este plugin sin actualizar? Hay que dedicarle un minutillo…
¡Oh! Cuánto tiempo ha pasado mientras escribía estas líneas. Seguro que hay algo en menéame, en slashdot, o en la susuncorda.com que me interesa, y yo aquí, escribiendo este post… cachis la mar, hay que terminar. Pero, ¿hace cuánto que no actualizaba el blog? ¡Aaaaaarrrrrghhhh!
Decididamente, me niego a seguir este ritmo. En el próximo post intentaré mostrar pantallazos con números aún más grandes en el Inbox, más tweets sin mirar, el Google Reader a rebosar. Comienzo una semana de desintoxicación. Me declaro en huelga tecnológica indefinida. Sólo servicios mínimos en Gmail. Desconecto el wifi del móvil (¿he oído desconectar el móvil al 100%? imposible, sería como dejar las drogas sin ni siquiera la ayuda de metadona) ¿Aguantaré? Nos leemos el próximo lunes… si fuera antes, significaría que no he aguantado la presión.